San Vicente de Chucurí, conocido como el corazón cacaotero de Colombia, no solo tiene un aroma inconfundible a cacao que impregna sus calles, sino que es el hogar de historias, tradiciones y personajes que reflejan la esencia del campo. Entre ellos se encuentra La Patroncita, un personaje que Sao Moro, líder en emprendimiento cultural y fundador de “El Cacaotal”, describe como una representación viva del campo y sus costumbres. Para Sao, La Patroncita encarna la mamadera de gallo, la recolección del cacao, los guarapos y las parrandas, elementos que deben preservarse y fortalecerse como parte del tejido cultural de la región.
Sao Moro lleva cuatro años al frente de El Cacaotal, un espacio que busca destacar la riqueza cultural y gastronómica del cacao, el aguacate y el café. Con una visión clara, Sao trabaja en la creación de un museo del cacao que permita a los visitantes conocer cada detalle del proceso, desde la siembra hasta la chocolatería artesanal. Entre los elementos que ya ha recopilado se encuentran máquinas de moler, tijeras y canastos, símbolos del trabajo y esfuerzo de generaciones enteras. Además, El Cacaotal ha innovado con productos como vinos de aguacate, guarapos de cacao y malteadas de café, demostrando que la creatividad y la tradición pueden ir de la mano para ofrecer experiencias únicas.
El cacao no es solo un fruto; es un vínculo con el pasado, un símbolo de resiliencia para una comunidad que ha enfrentado el conflicto armado y la violencia. Sao recuerda cómo estas dificultades impactaron tanto al campo como al pueblo, pero resalta que las tradiciones del cacao, como abrir mazorcas con machete, compartir guarapos y contar historias, han resistido el paso del tiempo. Estas prácticas, que alguna vez sirvieron como un escape de la realidad, hoy se conservan como parte esencial de la identidad cultural de San Vicente.
El arte y la cultura han sido fundamentales para sanar heridas y revitalizar el tejido social. Desde murales que cuentan historias hasta actividades de teatro y danza, Sao destaca cómo estas expresiones han despertado en las personas el deseo de reconectarse con sus raíces. Incluso actividades como recitales de poesía han inspirado a los participantes a rescatar creaciones olvidadas, como el poema que Sao escribió en su juventud y que cobró vida en una presentación local.
San Vicente tiene todo para convertirse en un destino de turismo cultural sostenible. Como menciona Sao, el reconocimiento de los sabores y aromas del cacao en escenarios internacionales, las danzas, los murales y la historia del municipio posicionan al pueblo como un lugar único en Colombia. Sin embargo, para lograr este objetivo, es necesario fortalecer el apoyo institucional y comunitario. Sao sueña con actividades regulares que involucran teatro, poesía, danza y, por supuesto, el cacao, para educar tanto a los locales como a los visitantes sobre la riqueza cultural de la región.
Un Llamado a las Nuevas Generaciones
El mensaje de Sao es claro: no olvidemos nuestras raíces. El cacao, más allá de su valor económico, es un símbolo de reconciliación, desarrollo social y cultural. Las generaciones futuras tienen la responsabilidad de preservar y transformar esta herencia, explorando nuevas formas de innovar sin perder la esencia que hace de San Vicente de Chucurí un lugar especial. Desde incluir cátedras escolares sobre el cacao hasta incentivar la creatividad en su uso, el camino hacia un futuro como patrimonio cultural está en manos de todos.
San Vicente huele a cacao, sabe una tradición y late con el espíritu de su gente. Con iniciativas como las de Sao Moro y El Cacaotal, este pueblo se proyecta como un referente de cultura y desarrollo en Colombia.